Logoterapia es el término que acuñó Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra vienés (1905-1997), para definir su propia teoría y método terapéutico. El vocablo griego logos es tomado en su acepción de “razón íntima de una cosa, fundamento, motivo” (Bailly, 1963).
En logoterapia, logos es equivalente a sentido, entendiéndose tanto en relación al mundo objetivo de sentidos y valores (un mundo ordenado, un cosmos, que es correlato de la existencia personal), como a la dimensión noética del ser humano cuya esencia radica en la llamada al descubrimiento y realización de esos sentidos y valores que lo atraen.
La logoterapia muestra que la motivación fundamental de toda persona es la búsqueda de sentido para la propia vida, en cada momento concreto y situación particular y única, en que se encuentra su existencia. Ser humano significa ser viviendo “la tensión establecida entre la realidad y los ideales por materializar” (Frankl, 2012, p. 58).
La existencia humana solo es auténtica cuando es vivida en términos de autotrascendencia, entendiendo por tal, siguiendo a Frankl (2009):
“el hecho antropológico fundamental de que el ser humano remite siempre, más allá de sí mismo, hacia algo que no es él: hacia algo o hacia alguien, hacia un sentido que el hombre colma o hacia un semejante con el que se encuentra (…) El hombre sólo es plenamente hombre cuando se deshace por algo o se entrega a otro. Y es plenamente él mismo cuando se pasa por alto y se olvida de sí mismo” (p. 62-63).
Por esta característica que lo constituye, el ser humano puede ir más allá de las barreras del entorno de la especie homo sapiens para alcanzar el mundo, repleto de otros seres con los que encontrarse y de sentidos a realizar.
A la logoterapia se le llamó tercera escuela de psicoterapia de Viena (cfr. Frankl, 1988, 2002, 2012 y 2014), al reconocérsele la singularidad de su aportación a la psicoterapia, respecto al psicoanálisis de Freud y la psicología individual de Adler.
Por otra parte, también ha sido incluida, en diversos tratados estadounidenses, dentro de la third force [tercera fuerza] de la psicoterapia, la de orientación humanista-existencial. Ésta es diferenciada del psicoanálisis como primera fuerza (por motivos históricos) y de la terapia conductual o segunda fuerza (cfr. Lukas, 2003). Cada orientación ha tenido su evolución y desarrollos internos propios.
A partir de la obra de Viktor Frankl se ha ido generando una comunidad científica (ver www.viktorfrankl.org) que está realizando una valiosa aportación al desarrollo de la logoterapia y a la rehumanización de todas las disciplinas vinculadas con las ciencias humanas.
La logoterapia es una aportación que suplementa las anteriores (complementa, integra y aporta una visión que trasciende lo bio-psico-social); constituye un salto cualitativo al incluir lo espiritual en la imagen del ser humano que sustenta la psicoterapia. Lo humanissimun se sitúa en esa autotrascendencia radical y, en especial, en la orientación fundamental del ser humano hacia el sentido, en su teoría motivacional de la voluntad de sentido.
Es decir, en la reinterpretación logoterapéutica, además del yo tengo que (estoy obligado por determinadas condiciones y determinantes, pulsiones e instintos, factores e impactos hereditarios y ambientales), y del yo puedo (soy capaz de actualizar este o aquel aspecto de mí mismo), para obtener una visión adecuada de la realidad humana en todas sus dimensiones, debemos ir más allá e introducir el yo debo realizar en cada caso el sentido concreto que me interpela en cada situación de mi vida. Es decir, contemplamos el aspecto subjetivo de la existencia humana, el ser, con su contrapartida objetiva, que es el sentido (cfr. Frankl, 2001).
Como orientación terapéutica, la logoterapia se centra en la pregunta del ser humano por el sentido de su existencia, de cada momento concreto, particular y único, de su vida, así como en la búsqueda de dicho sentido como respuesta ineludible por parte de cada persona.
La logoterapia entiende la problemática del hombre de hoy, el mal de nuestra época, centrada en la cuestión por el significado de lo que vivimos personal y socialmente y, más concretamente, en la sensación de falta de sentido, en el sentimiento de vacío existencial.